José Luis Uriondo y Gonzalo Gil proponen un método de ordenación de colecciones que permite realizar toda la gestión bibliotecaria a través del número currens, sin renunciar al mantenimiento de la ordenación sistemática de la sala. Es un método ideal para aplicar a bibliotecas que actualmente ordenan sus fondos de manera sistemática y desean adoptar la ordenación numérica manteniendo la organización de la que ya disponen.

Son muchas las aventajas de la ordenación por número currens. Es fácil acceder a un determinado documento ordenado numéricamente. Visualizar un número frente a un conjunto de letras permite un proceso de interpretación más rápido pues tenemos 10 números frente a 28 letras. No olvidemos, además, la cualidad secuencial que tiene el orden numérico frente al orden alfabético.

Sin embargo, la ordenación numérica también tiene inconvenientes: pérdida del contacto directo con un grupo temático determinado, la dispersión que origina y que incrementa el trabajo bibliotecario cuando se trata de buscar un conjunto de documentos de la misma materia, y  la dependencia originada por el sistema informático, que se convierte en el depositario absoluto de todo el contenido clasificatorio a través del cual se accede a la totalidad de la colección.

La ordenación por número currens es estupenda  para el usuario que quiere acceder a una única obra, pero cuando la búsqueda se orienta a consultar una determinada materia, tanto el usuario como el bibliotecario agradecerían que la ordenación por número currens fuera acompañada por una ordenación sistemática de las obras en sala.

Estos autores proponen un sistema mixto que supere las limitaciones de ambos sistemas (número currens y ordenación sistemática) integrando los dos un uno solo con las ventajas de ambos.

Se trata de un sistema de intercalación que permite respetar la ordenación sistemática (CDU) previamente establecida. Cada número correlativo asignado se multiplica por mil para crear reservas numéricas de 999 números, susceptibles de ser utilizados a medida que se vayan incorporando nuevos fondos. El sistema permite mantener el orden alfabético, garantizando la inclusión de un número mínimo de 10 libros y un número máximo de 999 entre cada dos unidades de millar sucesivas. Para la asignación de cualquiera de los 999 “espacios” que componen cada reserva numérica, bastaría con utilizar una sencilla tabla de consulta.

Así pues, asignamos números correlativos de mil en mil a todos los documentos existentes en la biblioteca. Al que sería el número 1, se le asigna el 1000. Al 2 el 2000, y así sucesivamente. Al completar esta operación ya se pueden hacer las intercalaciones necesarias de los nuevos materiales que se vayan incorporando. Al llegar una nueva obra, y una vez catalogada, se coloca en su ubicación más idónea en las estanterías, atendiendo a la materia elegida y al orden alfabético. Una vez localizadas las dos obras entre las que debe situarse la nueva que entra, acudimos a la tabla de consulta para asignarle el número correspondiente.

Resulta una solución económica y fácil de aplicar, que se puede desarrollar en cualquier biblioteca sin necesidad de contar con personal especializado.

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